sábado, mayo 07, 2005

TONY TAKITANI

Tony Takytani
Director: Jun Ichiwara
Intérpretes: Issey Ogata, Rie Miyazawa, Takahuni Shinohara, Hidetoshi Nishijima

SINOPSIS
Tony Takitani es un dibujante. Él mismo cuenta su vida, dominada por la soledad hasta que conoce a Eiko.

Contar más cosas del argumento daría una idea muy equivocada acerca de esta película que ha sido calificada como minimalista. Como tampoco creo mucho en este tipo de definiciones, yo no me atrevería a decir si es o no es minimalista, porque casi siempre el minimaliso lo es por contraste con eso otro que se puede llamar el barroquismo, o la abundancia, la redundancia o el adorno. A mí, como me suele suceder, me gustan las dos cosas y también las intermedias y creo que a menudo sus fronteras son difusas.
Últimamente algunas de mis ideas acerca del cine están cambiando. Espero que para bien. Casi siempre he pensado que una película ha de ser ante todo entretenida. Entretenido no quiere decir superficial, comercial, vulgar ni ninguna de esas cosas que a veces se asocian a lo entretenido. Chesterton decía que divertido no es lo contrario de serio, sino de aburrido. Yo estoy de acuerdo. No veo ninguna razón por la que uno deba aburrirse al ver una película o al leer un libro.
Ahora bien, eso del aburrimiento es muy subjetivo. Truffaut alababa a un crítico epatante que decía que una película ya era interesante por el mero hecho de ser mejicana. Yo pienso lo mismo del cine asiático, y probablemente también del africano (si es que he visto más de cinco películas africanas que no sean las del norte de África). Así que es casi imposible que una película asiática me aburra, a pesar de que son famosas por tener un ritmo más lento, cosa que quizá también habría que examinar, puesto que, en primer lugar, todas ellas están subtituladas y una película subtitulada siempre será más lenta que una doblada debido al esfuerzo de atención que requiere al espectador, que tiene que atender a imagen y a sonido, y al mismo tiempo leer, y al mismo tiempo no distraerse o abandonarse a la experiencia, para que no se le escapen los subtítulos o las imágenes.
Ahora bien, es posible que las películas asiáticas tengan un ritmo más lento y también es posible que algunas duren más de lo que debieran: este es una sensación que tengo en todas las películas, sean de donde sean: a casi todas les sobran al menos 20 minutos. Es casi imposible encontrar algo que nos resulte breve. Un defecto típico de las obras independientes, por ejemplo las piezas cortas de teatro, es también ese: que las cosas se alargan. Ser breve es realmente difícil, como demuestro yo ahora mismo con todo este rollo antes de volver a Toni Takitani.
Creo que en parte se debe a que lo breve se considera, como lo divertido o lo entretenido, poco serio. Si vamos al cine y la película dura una hora o cincuenta minutos parece como si no pudiese ser gran cosa. Eso es un error, pues muchas de las mejores cosas son breves, como los ensayos de Montaigne, muchos de los diálogos de Platón, los cuentos de Poe o de Bierce, algunos haikus japoneses brevísimos, o tantas canciones de tres minutos.
¿Y qué tiene que ver esto con Toni Takitani?
A ver si consigo explicarlo y unir los hilos de esta disquisición.
Toni Takitani está basada en un relato de uno de los autores japoneses más famosos de la actualidad: Haruki Morakami. Yo tengo uno de sus libros La caza del carnero salvaje, pero todavía no lo he leído. No sé si Toni Takitani es un libro o una novela, pero en la película un narrador va contando el relato como quien lee un libro y apenas de vez en cuando hay diálogos. Tal vez esos diálogos coinciden con los del relato de Haruki Morakami. No lo sé.
En la película las secuencis o escenas se suceden con un fundido a tonos grises desde el lado izquierdo de la pantalla, pero la sensación es como la de una tira que corre en horizontal. Creo que la intención del director es imitar el paso de las páginas por un lector y es posible, pero no lo sé, que cada vez que el lado izquierdo de la pantalla funde a gris y se desplaza hacia la siguiente escena coincida con un cambio de página en el libro. No lo sé.
En principio esta abundancia de voz en off no conviene a una película ("Resulta blando", brama el teórico McKee en Adaptation), pero Tony Takitani resulta hermosímima y muy intensa. Tal vez, es cierto, al final se hace un poco larga, a pesar de ser una película breve. Pero ya digo que eso es muy subjetivo, pues quienes vemos la pelñicula subtitulada no podemos seguir realmente lo que nos propone el director: leer la película como si una cinta o tira horizontal que contiene las escenas se desplazara ante nuestros ojos: nosotros estamos obligados constantemente a romper ese hermoso deslizamiento y bajar a leer los subtítulos.
Pero, sea larga o no Toni Takitani (y es una película breve en tiempo real, por cierto), ha sido un placer verla. Y sea larga o no cualquier otra película, sucede que el cine tiene un prolema que no tiene la literatura. Y a eso quería llegar.


Las películas se ven de principio a fin, ya duren una hora o tres. Las novelas y los ensayos no. Si un autor tuviese la obligación de conseguir que su lector leyera la obra entera de principio a fin, entonces Proust nunca habría escrito En buca del tiempo perdido, ni Cervantes Don Quijote de la Mancha, ni tantas grandes obras de la literatura o el ensayo.Eso limita mucho al cine, porque nadie en su sano juicio puede querer ver nueve horas seguidas de cine, como se podía hacer en la última jornada del Baff con una película filipina (aunque yo he estado en maratones de 24 horas no sé cuantas horas, tal vez 24).
Naturalmente, existe la televisión, que permite fraccionar una historia y hacer series tan buenas como Retorno a Bridshead o Arriba y abajo, compuestas de horas y horas.
Pero una película se tiene que ver de principio a fin. Eso parece razonable. Pero quizá no lo sea tanto. En eso es en lo que estoy cambiando de opinión. Ahora pienso que quizá, del mismo modo que uno deja una novela al final de un capítulo e incluso a veces en medio de un párrafo, para luego retomarlo, quizá lo mismo se podría hacer con el cine.
Se me dirá: "Ya, si eso ya se hace ahora: basta con ver las películas en la tele y parar cuando uno quiere".
Es cierto, pero también sucede que casi todas las películas vistas en la tele pierden muchísimo. Yo incluso he llegado a decir que ver una película por primera vez en televisión es como no haberla visto (quizá también acabaré cambiando de opinión en esto).

Así que si se pudiese hacer eso que se hace en la tele en el cine, la cosa resultaría interesante y quizá se abrirían nuevas posiblidades. Pero, claro, ¿cómo vamos a parar la proyección en un cine y reanudarla cuando nos dé la gana? Porque la gracia del asunto está en hacerlo cuando nos da la gana: cuando los anuncios cortan una película, casi siempre sucede cuando menos nos apetece que suceda esa interrupción.
Ahora bien, cada vez es más posible ver el cine en casa en pantallas cada vez más grandes, así que con el tiempo, podremos ver las películas cuando queramos como en un cine e interrumpirlas cuando queramos. Espero que eso no haga que se pierda esa otra experiencia hermosa qe es estar metido en una sala de cine con un montón de desconocidos.
Cnado eso sea posible (ya lo es, aunque caro), uno podrá ver las películas como quien lee un libro: algunas nos mantendrán en vilo y en vela de principio a final, otras las interrumpiremos para reanudarlas más tarde.
Pero todo esto tiene también relación con otra cosa que me interesa del previsible futuro del cine, pero lo contaré otro día y así no haré esto tan largo que tenga que ser interrumpido a la mitad.
Para volver a Tony Takitani, diré que me gustó mucho no sólo por esta idea de ver una película como quien lee un cuento, sino por los extraordinarios actores, por la hermosa contención de sus gestos y por la manera sobria en que trnscurre todo, a pesar de la tristeza que lo inunda todo también.